Acabada la maratón isidril, también apetece de vez en cuando salir a otras localidades en busca de toros, en el Tiemblo se anunciaba lo de Fernando Peña, encaste Torrestrella del que siempre se espera que pueda salir algún toro, además de ser un hierro ya contrastado y con algunas buenas referencias en su historial. Por otra parte la terna anunciada, con Javier Castaño, y su hermano Damián, eran apetecibles, quizá sobre todo por la generosidad y el buen hacer de la cuadrilla del mayor de los hermanos. Pero la chispa que hace arrancar el motor y acudir, la puso el gaditano David Galván, que me había dejado buen sabor de boca en su confirmación.
Una vez allí, y con la mitad de los tendidos de la coqueta plaza cubiertos, fue saliendo una corrida con 3 por encima (1º,5º y 6º) y 3 por debajo en presentación (2º,3º,4º), siendo el más fuerte, serio, musculado y de mejor proporción tanto en alzada como en hondura, el quinto de la tarde, que además fue en el que más hizo su aparición la bravura. La nota negativa del encierro la protagonizó la más que sospechosa falta de integridad de sus astas, un vergonzoso despunte a falta de pruebas claro está, pero que deja que desear en matadores tanto jóvenes y que deben aprovechar la oportunidad sin exigencias de este tipo, como de uno habitual en las corridas duras. No debemos olvidar que la gente también pagó en el Tiemblo por una Corrida de Toros, que era lo que venía en el cartel. Lo de despuntados venía solo para la del día anterior.
Toro a toro:
El primero de la tarde, castaño, muy regordío, pero algo desproporcionado recibió dos varas tras ser fijado a la media distancia por Javier Castaño. Tito Sandoval trató de hacerlo lo mejor posible con el penco de la cuadra de El Charcón, que afligido, no venció su peso hacia el toro en el apretón, sino que bajó la cara. Todo ello unido a que el astado tropezó al llegar a jurisdicción, y por tanto metió pitones al peto desde muy abajo, recuperándose al instante, y empujando con pujanza...dieron con el picador salmantino en tierra, en un tumbo espectacular, pese a haberse agarrado bien. Tomó una segunda también desde distancia, haciendo la suerte con afán y espectacularidad, agarrandose caído y rectificando con el mérito que implica cambiar la posición de la puya durante el empuje. Suelto salió el castaño.
En banderillas una vez más se vio eficacia unida a espectacularidad y toreria. El animal mantuvo su fijeza toda la lidia, aunque llegó mas aplomado al segundo tercio. David Adalid mostró su habitual espectacularidad en su primer par, y eficacia en el segundo, muy profesional, ya que el animal a base de fijeza y gazapeo se le emplazó en los medios, y desde tablas, evitando tener que colocarlo, logrando cuadrar en la cara aun en estos terrenos. Fernando Sánchez volvió a las andadas, con un par muy clásico, dejandose ver, andandole y pegando el birnco en el embroque, para sacar el par de abajo y asomarse al balcón con los pies en el suelo, y volver a brincar para salir de jurisdicción. Los tres tiempos en un instante. Ambos saludaron.
En la muleta el animal mostró nobleza aunque menos claridad, pero tampoco se comia a nadie, y Castaño anduvo entre precauciones y desconfianza, hilvanando los muletazos tirados hacia fuera, sin bajar la mano, sin encajarse en ningún momento, y sin demasiada quietud. El morlaco fue a menos y falló con la espada el salmantino.
Dos varas tomó el segundo, entre el desorden en la lidia, ya que faltó estar más fijado. La primera de ellas la tomó desmandado al relance hacia el caballo, fuera de la zona de contraquerencia. La pelea fue discreta, sin llegar a cumplir, y manseó después doliéndose con los rehiletes, cortando mucho a los banderilleros, sobre todo por el pitón derecho, sin estar los hombres de plata oficiosos de ganar la acción, de ganar terreno para no tener que dejar una sola o pasar en falso. En la muleta faltó dominio, tanto del toro en sí, como de los terrenos. Me dejó el gaditano David Galván sensación de menos cuajo, y de estar más presionado, probablemente por la escasez de contratos. Pero sus buenos detalles, su buen corte o ese buen aire al salir de la cara, no tapó su error insistiendo por el pitón derecho, por el que aunque humillase, se quedaba muy corto, y cogió la mano izquierda muy tarde, cuando debió haberlo hecho tras el buen inicio de faena. Por ese pitón mostró ser más toreable, y con mayor recorrido, pero ya estaba muy venido a menos. Mató de buena estocada, por arriba y marcando bien los tiempos, aunque tuviese un poco de travesía. Dos Orejas.
Negro bragado jirón era el tercero, Damián Castaño dejo retazos de buen toreo en un par de verónicas y la media del recibo, entre la polvareda que obligó a regar la plaza al caer este toro. Tras salir suelto en la vara que tomó, quedó mermado tras el tercer par, ya que se pegó una voltereta fuerte el animal. Llegó a la muleta con nobleza, pero con soseria y viniéndose muy a menos. Damián a base de disposición y poco más, junto a una estocada entera arriba una pizca caída, paseó un trofeo.
El cuarto de la tarde fue sin duda el mejor para el torero, negro salpicado, muy de la línea Torrestrella. Salió suelto del caballo tras un buen recibo capotero, allí recibió un castigo muy medido, ya que sin llegar a meter cuerdas, la puya agujereó dos veces, pero en ambos brazuelos. En banderillas esta vez lidió Adalid, bien con el capote, Marco Galán demostró que también sabe andar con los palos, y Fernando Sánchez perdió un tiempo, cuadrando más fuera de la cara.
En la muleta, pese a la digna actuación del salmantino, hemos de apuntar que estuvo por debajo de las extraordinarias condiciones de humillación, temple, y recorrido del burraquito, muy propicias para el toreo de profundidad, que está a gran distancia de lo que Castaño mostró, pese a algunos buenos detalles por el pitón izquierdo. Lo mejor de su actuación vino en la suerte suprema, aguantando en la suerte de recibir a bastante distancia para dejar una estocada al encuentro, gesto que le honra, junto a, en el sexto, un quite al caballo que se marchaba, sacando al manso que se dirigía hacia él, mostrando estar en su sitio como director de lidia.
Se estiró Galván de salida en este quinto con el capote, dejando algunos lances de buen trazo. Esta vez la lidia estuvo mejor dirigida, tanto por el matador como por sus hombres de plata, ayudando a ello que el bicho tenía más fijeza. Tomó una vara vibrante, picaba el Legionario hijo, sabia el penco en que estaba subido, el mismo en el que Sandoval fue derribado, un caballo de poca condición para la suerte de varas. Y el toro, en la media distancia. Se vio al canoso piquero quizás dudoso, quizás afligido en la provocación para que al tardeo se le fuese puesto al relance de menos distancia, pero la jindama no era la suya, era la que tenía el compañero de cuatro patas, que al final, uno para el otro, se contagia. Y lo demostró después, cuando al empuje con todo nada ves dio un paso el equino, aguantó una vara en regla, la mejor agarrada de la tarde, justo donde el morrilo termina, de las que llevo tiempo sin ver, aguantando echando el cuerpo encima y picando con el corazón, sin soltar su ramal, a la fija embestida del animal en el peto. Buen toro y buen picador en la suerte de varas, ovación cerrada. Una pena no haberlo visto en un segundo encuentro.
Mejor anduvieron con este en banderillas, incluso cuadraron varios pares en la cara, manifestando el astado una buena querencia a estar en los medios, buscando las afueras. Anduvo inteligente entre comillas con la muleta el diestro sureño, inteligente porque el animal en los medios habria pesado y exigido siempre más de lo que exigió en terreno de tablas, donde le permitía colocarse y tener un tiempo, ya que no llegaga a repetir. No apostó por salir al centro del platillo y encauzar la embestida del animal con toda su pujanza...habría sido más dificil, habria trasmitido más, habria que habersela dejado mucho más puesta...pero quizá también podria haber salido mal, y ante la duda, prefierió quedarse con algunos buenos pasajes que dejó, templados, aunque sin llegar a someter, a mandar del todo, pero con buen sabor en los remates. Se le fue el triunfo, porque el publico estaba con él, con los aceros, dejando una buena estocada, marcando bien los tiempos, tras pinchar varias veces arriba, Oreja.
Por sexto salió el más manso del festejo, colorado este que mostró complicaciones desde que salió a un poco cuajado Damián Castaño. Le cambió el tercio tras la primera vara, tras ir al quite su hermano Javier, qué hubiese preferido que tomase otro puyazo, al no ver confiado del todo a Damián. Pero en la muleta se confirmaron las dudas, y la lidia ni estuvo planteada tal como el animal precisaba, ni hubo dominio durante la misma, complicándose además la suerte suprema, y pasandolo mal después con el descabello, ya que al animal apenas habia recibido media estocada que escupiese enseguida.
Cartujanillo